lunes, 13 de octubre de 2014

ESCENAS DE UN MATRIMONIO DE BAVIERA



¡Follas como dios! –me dijo, y yo, que intentaba dormirme entre sus brazos, como ya ocurre en una tierna canción de Joan Manuel Serrat, sentí, de repente, que había sido suplantado. Pero no se lo tuve en cuenta. Ni a dios ni a ella. Mejor así, -me conforté buenamente, como había leído que se debe hacer en una situación semejante, en un librito de autoayuda. Y va para cien años que ella y yo seguimos juntos, teniendo, ¡claro!, a dios por testigo.

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